Pabellones Nacionales en la Bienal de Venecia
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06/07/17 - La Bienal de Venecia ofrece una plataforma en la que casi todos los países
del planeta envían representaciones y exhiben lo que cada nación considera más característico de su arte. Algunos de
estos pabellones nacionales son dignos
de admiración, otros plantean
interrogantes y otros pasan totalmente desapercibidos. Aquí van algunos
ejemplos.
Pabellón de Italia: Se presentan tres
artistas, de los cuales sólo uno de
ellos se describe en este post. Con sus obras, los tres buscan descubrir una nueva fe a través del
transformador poder de la imaginación con una pizca de magia. El título de la exhibición, "Il Mondo Magico", fue tomado de un
libro de Ernesto de Martino, donde el autor investiga la función de lo mágico desde un punto de vista antropológico. A partir de
allí el artista Roberto Cuoghi despliega una misteriosa instalación en donde
habitan antiguas tradiciones con nuevos lenguajes y en donde la imaginación se
funde justamente con lo mágico. Cuoghi convirtió este
sector de Arsenale en una factoría de figuras devocionales, inspirado por el
texto medieval "Imitación de Cristo", reinterpretándolo a partir de un “materialismo
tecnológico”, como él mismo lo dio en llamar. El artista, entonces, introduce al visitante en un
proceso experimental en donde la materia moldeada exuda la mágica fuerza de la
imagen, sumado al poder de la repetición de dicha imagen. Finalmente la instalación exhibe el proceso, desde el inicio
hasta el final, de la construcción o la
composición de un personaje muerto, en palabras del artista.
Pabellón Chino: En un espacio de
proporciones exageradas, se exhiben un centenar de
piezas, muchas de ellas son objetos que tienen que ver con la tradición
china, como el teatro de las sombras, figuras
en oro y demás... hasta que aparece un personaje muy singular: un fisgón. Nuevamente, como en otras obras, vemos la mezcla de las tradiciones con el arte contemporáneo. En
este caso un personaje con
características físicas orientales, representado en forma burda como un
maniquí, que espía a través de un orificio. Una actitud duchampiana, como cuando
se nos inducía a husmear a través de un par de mirillas en una portón de madera en la
obra Etant Donnés. Aquí, este hombre, mira a través de unas mirillas de lo que parece ser un barco y nos engaña porque, en realidad, son
sus mismos ojos los que proyectan la
imagen del mar.
Pabellón de Alemania: Ganador del León de Oro al mejor pabellón, presenta una performance-instalación. La artista, Anne Imhof, la bautizó con el nombre de Faust y el objetivo es reflejar el
aquí y el ahora. Sin embargo, para el
visitante desprevenido, una mirada al pabellón está más cercana a la incertidumbre
de "Esperando a Godot" de Samuel Beckett que a la decimonónica obra literaria de J.W. Goethe. Ya en la entrada se observan una jaulas, como de antiguo zoológico,
que encierran perros de raza doberman.
A través de una escalera se accede a un espacio de tres niveles, el piso
transparente permite observar el nivel
inferior. Ante lo angustiante que puede resultar este extraño cubo blanco con
objetos como arneses, latas y trapos, se
suman los performers que actúan en grupo o en forma individual. En los movimientos se detecta cierta
brutalidad pero al mismo tiempo la ternura se hace presente. Hasta aquí el visitante no puede dejar
de conmoverse por el espacio y por lo que ocurre dentro del mismo. Se suma a
este ambiente un sonido que va en aumento a medida que la performance
transcurre. Lo cierto es que probablemente haya códigos que todavía cuestan entender, nada resulta totalmente
claro, ni la división entre los tres espacios del set ni las representaciones
de los individuos. Pero la originalidad del pabellón es indiscutible y es el
lugar más convocante de la bienal.
Pabellon Alemán
Pabellón Argentino: "El problema del
caballo" es el título que eligió Claudia Fontes para una descomunal estructura
de excelente belleza estética que ocupa todo el espacio que la contiene. Con 5
metros de alto este site specific (¿?) de resina con polvo de mármol se completa
con dos niños, la que doma al caballo y el que juega en el piso. Lo impactante de la escala hace que el relato curatorial se pierda.
El problema del caballo, de Claudia Fontes.
Pabellón de Giorgia: Para finalizar, el más conmovedor de todos los
pabellones. Casi al fondo de Arsenale, en un rincón perdido, Vajiko Chachkhiani
representa a su país. Aunque también representa, quizás, a su casa de la
infancia. Se trata de una instalación que tiene por título "A Living Dog in the
Midst of Dead Lions" y consiste en una pequeña casa de madera que parece
abandonada. Dentro de ella todavía están los objetos que alguna vez
pertenecieron a alguien, como muebles y fotos. Lo más impactante es que llueve
intensamente dentro de la casa. La soledad y la tristeza es el sentimiento que
emana la estructura.
Instalación
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