"Los talentos suelen derramarse sobre los humanos a través de influencias celestiales en un proceso sumamente natural, pero a veces ocurre que, de manera supernatural, un único cuerpo recibe tanta belleza, gracia y habilidad que, a donde vaya ese individuo, cada una de sus acciones es tan divina que claramente se hace conocer como un genio enviado por Dios (lo cual es verdad) y no como un artificio humano."
Giorgio Vasari, en La Vida de los Artistas
Luego de 10 años de preparativos el Musée du Louvre expone la muestra Léonard de Vinci 1452-1519, justo cuando finaliza el 2019 y se cumplen 500 años de su fallecimiento.
Se exhiben 10 pinturas, además de dibujos y manuscritos y, a pesar de que se registran grandes ausencias, como la mismísima Gioconda, el Hombre Vitruviano y el tan discutido Salvatori Mundi, la muestra es un éxito de público. Los tickets de admisión deben sacarse con varias semanas de anticipación ya que el acceso es limitado. De todas maneras las salas están colmadas de gente y en cada pintura el tumulto de individuos obliga a una dilatada espera para poder acercarse a las obras. Tomar una foto resulta casi imposible.
La Virgen con el Niño, conocida como Madone Benois, de Leonardo da Vinci (ca. 1480-1482)
La muestra está organizada en orden cronológico y la primera parada obligatoria es The Baptism of Christ, de Andrea del Verocchio (maestro de Leonardo), con la asistencia de Da Vinci. La historia del arte cuenta que Leonardo trabajó sobre los ángeles de la izquierda y que, cuando su maestro vio las figuras terminadas, reconoció que el alumno lo había superado y nunca más tocó un pincel.
Leonardo pintó aproximadamente 20 cuadros en total, con lo cual, que se hayan reunido 10 en la misma exposición es delirante para los peregrinos del arte. De varias de las obras en ausencia se exhiben las reflectografías infrarrojas, como es el caso de La Dama con Armiño.
Retrato de Cecilia Gallerani, conocida como La Dama con Armiño, de Leonardo da Vinci
Reflectografía Infrarroja
La Virgen y el niño con Juan el Bautista, conocida como La Virgen de las Rocas, de Leonardo da Vinci (ca. 1503-1519)
Reflectografía Infrarroja
La Virgen y el Niño con San Juan Bautista y un Ángel, rebautizada (como muchas obras de Leonardo) La Virgen de las Rocas, fue efectuada sobre tabla y, como muchas de sus pinturas, se transfirió a tela. El trabajo fue comisionado para la capilla de la Inmaculada Concepción de Milán, pero por una disputa entre el artista y el comitente fue vendida a un particular. Leonardo, entonces, le modifica la pose del ángel, que ahora señala a San Juan Bautista, y lo rota para que dirija la mirada al espectador. La reflectografía demuestra estos cambios y nos confirma la incansable búsqueda de la perfección de Leonardo, quien corregía sus obras una y otra vez. El rostro del ángel es muy semejante a todas las mujeres jóvenes que se ven en sus cuadros, tal como Cabeza de Mujer, conocida como La Scapigliata (La Despeinada), que se sugiere inspirada en anteriores trabajos.
Cabeza de mujer, conocida como La Scapiliata, de Leonardo da Vinci (ca. 1500-1510)
A los 50 años inicia Santa Ana, la Virgen María y el Niño Jesús jugando con una Oveja, conocido como Santa Ana y continúa trabajando en ésta misma hasta su fallecimiento. El estudio infrarrojo permite confirmar ajustes en los mantos y en las poses de las figuras. En la versión final opta por una sonrisa triste de María, como anticipando la futura muerte de su hijo.
Santa Ana, la Virgen María y el Niño Jesús jugando con una Oveja, de Leonardo da Vinci (ca. 1503-1519)
Técnica: óleo sobre panel de álamo
Reflectografía Infrarroja de Salvatori Mundi
Taller de Leonardo da Vinci (1505-1515)
El controversial Salvatori Mundi no es adjudicado a Leonardo, sino que está catalogado como un trabajo del taller del artista. Ciertas particularidades, como la transferencia de un dibujo debajo del manto y la discontinuidad de las líneas, son características de varias de las pinturas llevadas a cabo por el taller. Con este estudio infrarrojo finaliza una muestra en la que se descubre la intención del artista de acercarse todo lo posible al mundo físico, para revelar la realidad de las apariencias. La adición de las reflectografías descubre los pasos en las pinturas y los continuos arrepentimientos, demostrando que un genio nunca descansa hasta llegar a la perfección.
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