Museo Guggenheim: Tales of Our Times...
12:00
16/02/17 - Un puñado de artistas chinos examinan las
tensiones sociales y políticas del mundo en una nueva exhibición del Museo Guggenheim de New York. Exploran temas como la explotación,
migración, urbanización, inclusión y exclusión, pero también las
contradicciones en los desarrollos tecnológicos. Las historias contadas en esta
muestra se identifican tanto con el mundo globalizado y conectado como con aquél
en donde aún persisten las fracturas históricas y/o territoriales. El
propósito de los artistas es imaginar caminos para crear una cultura diferente.
El título de la exhibición está relacionado con el libro Gu Shi Xin Bian ("Viejas Historias Vueltas a Contar") que Lu Xun escribió en 1936. Allí el escritor y activista social chino reinventa las leyendas tradicionales para criticar las condiciones sociales de su país en ese momento e imagina nuevos paradigmas para una cultura quimérica.
El título de la exhibición está relacionado con el libro Gu Shi Xin Bian ("Viejas Historias Vueltas a Contar") que Lu Xun escribió en 1936. Allí el escritor y activista social chino reinventa las leyendas tradicionales para criticar las condiciones sociales de su país en ese momento e imagina nuevos paradigmas para una cultura quimérica.
Sólo nos centraremos en la kafkiana
instalación de Sun Yuan (1972) y Peng Yu (1974): Can’t Help Myself ("No puedo evitarlo") de 2016. El principal elemento es un robot con
sensores y un software ubicado detrás de paredes de acrílico. El robot es capaz de captar el movimiento del líquido viscoso y de color rojo
que lo rodea. Cuando sus sensores detectan que el fluido se desparramó fuera de
su radio, el frenético brazo-secador lo vuelve a su lugar, dejando marcas en el
piso y salpicaduras en las paredes.
Materiales: robot industrial “Kuka”, acero inoxidable y goma, agua coloreada, software
con sensores de reconocimiento visual, paredes de acrílico con borde de
aluminio.
Estos artistas, según reza la cartela de
la sala, se reconocen por valerse del humor negro para sus creaciones. Las
acciones repetitivas de este robot son como un baile absurdo que no tiene fin, haciendo
hincapié en el punto de vista sisífeo a los problemas contemporáneos, como es el caso de los
refugiados. Sin embargo, la gran laguna de sangre acumulada alrededor del robot
evoca la violencia en la que viven ciertos países, sobre todo aquellos que no
pueden resolver los límites de sus fronteras, aducen los artistas. El robot en
sí representa el aumento en el uso de la tecnología como monitor de la realidad
global.
Este monstruo está ubicado en el
quinto piso del museo, muy cerca del usable inodoro de oro de Maurizio Catelán. Son dos experiencias que acumulan visitantes a toda hora. Una acertada elección por
lo convocante de las obras y porque ambas reflejan situaciones actuales. La
primera, la realidad dramática de los refugiados y las guerras y la otra, menos
violenta, una de las características del arte contemporáneo: la obra se completa cuando el visitante
participa.
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