Danh Vo en el Palacio de Cristal de Madrid...
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05/11/15 - Si hay un artista (en la historia de las
artes visuales reciente) que despierte admiración, ese es Danh Vo (Vietnam, 1975). Su obra es tan particular que deja perplejo a quien la observa. Mimado por la
crítica y convocado por instituciones como el Palais de Tokyo, en París, y Punta della Dogana, en Venecia (post aquí), cada muestra suya produce fascinación. Esta vez, a través del Museo Reina Sofía de Madrid, exhibe "Destierra a los sin rostro/Premia tu gracia" en el Palacio de Cristal, ubicado
en el Parque del Retiro.
Destierra a los sin rostro / Premia tu gracia (Banish the Faceless / Reward
your Grace), de Danh Vō - 2015
Palacio de Cristal, Madrid
Vista de sala de la exposición
Danh Vo migra desde su tierra natal hacia
Europa, escapando de la guerra de Vietnam, y este cambio en su vida se refleja en
su obra. El artista se adueña del objeto
artístico occidental, por ejemplo, una imagen de Cristo en madera (símbolo de una determinada cultura), y lo confronta con otras piezas de su
propia cultura de una manera irónica o atrevida. Estas conexiones que realiza abren nuevas posibilidades de pensamiento.
Destierra a los sin rostro / Premia tu gracia, de Danh Vō - 2015
Palacio de Cristal, Madrid
El Palacio de Cristal, una estructura del
siglo XIX de singular arquitectura, es el lugar ideal para encerrar, como si
fuera una gran vitrina, huesos y una talla, lo cual provoca cierta nostalgia por el
museo decimonónico que presentaba paleontología y arqueología. La obra fue
creada específicamente para este lugar y se trata de varios huesos de animales
colgando a diferentes alturas y, entre ellos, una talla de Cristo crucificado.
Destierra a los sin rostro / Premia tu gracia, de Danh Vō - 2015 (Detalles)
Palacio de Cristal, Madrid
La instalación pretende ser nostálgica por la pérdida de la manera de exhibir en el pasado, sin
embargo, en este universo sin límites del Arte Contemporáneo se abre otra línea de pensamiento: Danh Vo confronta a la imagen religiosa con huesos de animales muertos, todos
en el mismo espacio y con la misma importancia. Un desafío para un lugar como
Madrid, apegado a la religión católica y a la veneración de la imagen de Cristo.
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