Lo que nos dejó el 2020...

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Del año en el que tuvimos que dar un giro abrupto a nuestros proyectos, podemos rescatar:

La Originalidad para la obtención de fondos:

1. Deaccessioning: Los museos son reacios a desprenderse de sus obras, por eso mismo no se utiliza la palabra “venta” sino deaccessioning que se refiere a cuando alguna obra va a subasta o la adquiere un coleccionista privado. No es un hecho común, pero la pandemia obligó a hacer frente a las pérdidas financieras por el cierre. Es así que, por ejemplo, el Museo de Arte de Baltimore decidió la venta de tres obras, entre ellas La Ultima Cena, de Andy Warhol, y espera recaudar unos 65 millones de dólares para afrontar sus deudas. Lo mismo ocurrió con el Museo de Brooklyn que se desprendió de 12 obras, entre ellas, una pieza de Lucas Cranach “El Viejo”, esperando recaudar unos 40 millones de dólares. 

2. Los responsables del Museo de Louvre agudizaron sus cerebros y se decidieron por una “subasta de experiencias”: ofrecer momentos inolvidables en este centro del arte de París. Por ejemplo, disfrutar de visitar a La Gioconda sin ser molestado por infinidad de turistas, o pernoctar en el museo o adquirir un reloj y que el fondo del cuadrante tenga una obra de las exhibidas. La base más alta correspondía a presenciar el momento cuando La Gioconda es descolgada y trasladada a los talleres de restauración del museo, para ser estudiada por los expertos que analizan su estado de conservación (lo que ocurre habitualmente una vez al año). 

3. FOLA, en Buenos Aires, ofreció imprimir una gigantografía del donante que, por pocos pesos, enviaba una foto propia y ésta se instalaba en la sala de exhibición, ya que no estaba permitido asistir en persona a la institución. Luego la foto gigante era entregada a su dueño junto con un libro de fotografías a elección. 

4. Otras innovaciones las realizaron los propios artistas, abriendo sus casas-talleres para vender, ante el cierre de las galerías. Valeria Villar organizó muestras colectivas en la vereda. Marcos López dinamizó sus creaciones a través de la venta de objetos de uso diario intervenidos, como por ejemplo una serie de jarras-pingüinos muy originales. Otro espacio utilizado fue un supermercado, ya que los negocios esenciales permanecían abiertos. Allí, Pedro Roth, muy astutamente, organizó la muestra Arte Esencial.

 

 El recurso online

Las grandes plataformas y las redes sociales se convirtieron en el principal medio de transmisión de conocimiento y del mercado también. La estética del zoom (obligada aceleración tecnológica), que todos aceptamos y aprendimos a usar, no superará nunca a la experiencia presencial que sigue siendo intransferible. Sin embargo, esta hibridación entre lo tradicional (visitar un museo) y lo virtual, que en algún momento iba a producirse, se vio acelerada y es hoy, además, celebrada. Los museos diseñaron para Instagram y para Youtube excelentes recorridos, además de dictar cursos y entrevistar a curadores y artistas por Zoom. MALBA de Buenos Aires ofreció innumerables momentos de encuentro con quienes quisieran aprender o conectarse y hasta antes de abrir al público en general propuso Proxémica (un registro de la acción que podía verse online): dos performers danzan alrededor de una cinta que marca la nueva señalización del museo, apegándose al recurso obligado de la nueva normalidad dispuesta por las autoridades sanitarias.

Las ferias, en su mayoría suspendidas, se vieron obligadas a presentarse en las plataformas virtuales y, aunque tuvieron buenas ventas, no llegaron a lo recaudado en otros años. No ocurrió lo mismo con las casas de subastas más importantes del mundo. Por ejemplo, Christie’s innovó con ONE, una venta por streaming en cuatro ciudades (Hong Kong, París, Londres y New York) y alcanzó cifras espectaculares en recaudación, con valores cercanos a los 4400 millones de dólares. 

 

Los artistas influenciados por la situación

Ni el propio Puppy de Jeff Koons, guardián del Museo Guggenheim de Bilbao, quedó fuera de la nueva normalidad. Recordemos que la escultura está cubierta de plantines que cada tanto se renuevan: hoy Puppy lleva una mascarilla. El artista japonés Tanaka Tatsuya creó escenas en miniatura con objetos cotidianos en su serie Miniature Calendar, incorporando los tapabocas. Liu Xiaodong no pudo regresar a China durante la cuarentena obligada en New York, los trabajos producidos en ese momento representan la realidad que lo rodeaba.

“El arte es terapeútico, transforma la angustia en algo vital,” opinó Marta Minujin, cuando participaba de su pieza Pandemia (un sube y baja muy particular ubicado en la entrada del museo Malba de Buenos Aires), otras de las creaciones surgidas en el aislamiento. Y, como siempre, las intervenciones de Banksy en su propio baño o en un subte de Londres, disfrazado como fumigador. 


Puppy, de Jeff Koons

Museo Guggenheim, Bilbao 

 

Tanaka Tatsuya, de la serie Miniature Calendar

 

Revalorizar al acervo

La irrupción de esta problemática inesperada y tan complicada para las exhibiciones provenientes de otros países (ya que están prohibidos los traslados), obligó a los museos a revisar aquellas obras de sus colecciones permanentes no exhibidas. Este riquísimo acervo, muchas veces ignorado, debido a las modas o lo que circula en el resto del planeta, saldrá a la luz con novedosas curadurías. La revisión de lo que se mantiene fuera del alcance de los visitantes verá la luz, en una versión  renovada, gracias a esta mutación o cambio de canon, provocando una vuelta de página en la historia del arte, que es la historia de sus propias transformaciones. 

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