Gustav Klimt... (Parte II)

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Judith, de Gustav Klimt (1901)
Técnica: óleo sobre tela
Si en el Antiguo Testamento, Judith se presenta como mujer débil, para quien la victoria no hubiera sido posible sin la ayuda de Dios, Gustav Klimt la convierte en una mujer fatal. 
La obra hace referencia a la historia bíblica en la que la joven judía decapita al general asirio Holofernes, que intentaba invadir su ciudad. El hecho ocurre en un espacio íntimo, al que Judith había sido invitada, pues este hombre estaba sexualmente interesado en ella, deseo que no concreta pues es embriagado, y luego decapitado.
Diferente a otras pinturas que reflejan este momento, como la muy conocida de Artemisia Gentileschi, Klimt no capta el instante justo de la acción sino que, en esta obra, Judith está posando: nos observa, de frente, como increpándonos, y totalmente distante de lo que acaba de pasar. Holofernes quedó reducido a un tercio de su cabeza en el borde inferior derecho. 
Klimt representa de un modo notable un hecho patético, sin una pizca de dramatismo debido a la ausencia de sangre, y haciendo de una Judith una femme fatale luego de una noche de pasión. 
De todas las piezas exhibidas, ésta resulta tan actual que ameritaba un capítulo aparte poniendo, además, punto final a la visita por el Belvedere Museum.


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