17/10/18 - Nueve sillas de varios colores que se mueven acompasadas o persiguen a un visitante: De eso se trató la instalación coreografiada de Urs Fischer (Suiza, 1973) en la Galería Gagosian de New York. 

Play, título de la muestra, fue una fiesta para cientos de chicos y adultos que se divirtieron entre las sillas de oficina. Resulta que cada uno de estos objetos estaba controlado por un software, que incluía una coreografía y sensores que respondían a las presencias cercanas. Entonces a veces perseguían a un visitante, y otras se movían en armonía entre todas formando líneas y círculos. 
De esta manera la inusual e interactiva instalación de sillas perfomáticas nos interpelaba a movernos, y  como no estaba permitido tocarlas ni sentarse en ellas, había que trasladarse de un lado al otro convirtiéndose uno mismo en el coreógrafo.

Play, de Urs Fischer

Gagosian Gallery

Si pensamos de manera más tradicional, Play es una escultura/objeto que responde al espectador en un determinado espacio, contrariamente a todas aquellas piezas inmóviles que se exhiben en los museos y que, para observarlas con detenimiento, las recorremos alrededor. Aquí, por el contrario, las sillas/escultura/objeto se deslizan hacia del visitante.

Play, de Urs Fischer

Gagosian Gallery

La pregunta sería qué es Play entonces, con esta idea que nos persigue de querer encasillar en alguna categoría lo que producen los artistas:  Es una performance? ¿Una danza creada electrónicamente? Lo que sí podemos aventurar a decir es que es un experimento que considera el rol del espectador frente a la pieza de arte. Hay un valor agregado en el hecho que se trate de sillas (aunque sean de oficina): los asientos son muy comunes en los museos, para que el observador descanse y mire fijamente una obra que casi siempre es una pintura.  Hoy el arte contemporáneo nos acerca a estos objetos cotidianos inanimados reconvertidos, tal como en un cuento de hadas, donde de repente la silla inmóvil adquiere vida...

Play, de Urs Fischer

Gagosian Gallery