Miradas contrapuestas...
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Hasta finales del siglo XIX, las obras de
arte se construían en la narrativa mimética: el artista producía en estrecha semejanza a la naturaleza. Para ello se recorría un largo
camino de aprendizaje hasta lograr convertir el cuadro en una ventana a un
mundo visual posible.
Lo mismo podemos decir del espectador de
aquellos tiempos: era un observador formado en el hábito de reconocer la
relación de semejanza visual con el mundo que lo rodeaba.
Mirar, por ejemplo, el cuadro "Mujeres en la Ventana", de Bartolomé Esteban Murillo (España, 1617 -1682), no nos
demanda saberes determinados para su interpretación. Son dos jóvenes que nos observan, supuestamente,
desde el interior de una ventana. Una de ellas, con los hombros al descubierto, trasmite cierta sensualidad. La otra, en un plano posterior, se cubre la boca
con un manto, como si sonreír no fuera una actividad lícita. La interpretación
resulta sencilla. Sin embargo, la forma en que están representadas las dos
mujeres corresponde a la mirada masculina del siglo XVII. Murillo nos
transmite la imagen de una mujer decorosa, en la oscuridad de su hogar y a la
otra joven, casi una niña, apoyada en la ventana en actitud inocente.
Two Women at a Window, de Bartolomé Esteban Murillo (ca. 1655–60)
Técnica: óleo sobre tela / Medidas: 125.1 × 104.5 cm
Pero a la mímesis le llegó su final. O mejor dicho, a la narración que determinaba el funcionamiento de una obra. Este
relevo de la narrativa mimética en la modernidad nos lleva, como espectadores,
a realizar otra operación para involucrarnos con las piezas que observamos. La
obra actual es autorreferencial, aunque pueda ser de carácter mimético. El arte
se ha convertido en un proceso de experimentación sobre las condiciones de
existencia propias del artista y de lo que lo rodea. Esto presupone un nuevo
espectador, que ya no se beneficia del efecto de la semejanza entre la
representación y lo representado, sino que está sometido a un juego nuevo. Como consecuencia existe un desasosiego generalizado por el desajuste que provoca una
representación que no es fidedigna de la realidad. La mímesis no desapareció
como práctica de reconocimiento, está presente pero ahora vemos algo más. Por ejemplo, la
videoinstalación "Mutumia" que
la keniata Phoebe Boswell presentó a mediados del año pasado en Venecia
es, de alguna manera, mimética pero nos provoca diferente que el cuadro de
Murillo. Es necesario leer las cartelas para entender la obra y cuando llegamos
a comprender la situación representada por la artista, resultamos conmovidos. La figura de la mujer no se destaca por su belleza sino por la actitud en la lucha
por sus derechos.
En el caso de la obra del siglo XVII lo
llamativo es la destreza formal del
artista. En la obra de Boswell es la representación
fidedigna de la situación de la mujer en
África lo que nos convoca a pensar más
allá de la imagen misma.
Mutumia, de Phoebe Bowell
Videoinstalación - Detalle
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