Bernardí Roig...

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Principios de marzo de 1895. Predio de San Corró, Costix, Mallorca. Un labriego, con la espalda quebrada de tanto trabajar a destajo, propone a su capataz mover unas rocas enormes para ampliar el terreno de siembra y así sacar más provecho de la tierra.
Al atardecer, desplazadas las primeras piedras y cavada parte de la zona, la punta de la azada impacta contra un objeto metálico, seguido de la aparición de unos imponentes cuernos. Fue entonces cuando el labriego pronunció la frase crucial: Hem arribat a l’inferni (Hemos llegado al infierno!)
Aquel sonido metálico, fruto del extravío de la azada, es el origen de “Caps [y] Bous-El tercer cuerno”.
 
En esta historia se basa la instalación que Bernardi Roig (España, 1965) presenta en el Museo Arqueológico de Madrid. Se trata de una estructura ascendente minimalista, iluminada, que recubre una cabeza de toro con tres cuernos, uno de ellos dorado. Esta torre de luz que sostiene en su interior la cabeza con el tercer cuerno es por demás extraordinaria, aunque sea difícil descubrir dicha cabeza porque se camufla en la blancura de las piezas de exterior, de modernidad tardía. 
 


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El tercer cuerno, de Bernardi Roig (2024)
Materiales: Poliestireno expandido, LED y aluminio / Medidas: 500 x 150 x 150 cm
 
Los Bous de Costix quizás nunca existieron pero fueron idolatrados, protegidos e incluso enterrados. Representaban los miedos, derrotas y alucinaciones, aunque jamás tuvieron cuerpo. Por eso en ausencia de torso y extremidades los colgaban de muros, postes o eran apoyados sobre columnas.
El Tercer Cuerno es la metáfora que amplía la verdad del objeto hallado, somos nosotros los visitantes que luego de ver la cabeza llegamos a creer que pudo haber existido y que en su aura encontramos el significado de origen mágico o religioso. 

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