Coleccionar por amor, no por dinero...
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28/03/16 - En la ciudad de Londres existe un museo
que conserva la colección de Sir John Soane, un arquitecto que pasó su vida acumulando pintura del
siglo XVII, antigüedades egipcias y objetos medievales. Excéntrico y
profundamente personal, el grupo de obras de arte que contiene la casa son una
autobiografía de este hombre. Viéndolas se puede asumir que Soane
poseía una inmensa fortuna. Todo lo contrario. Era un apasionado de la cultura e infalible para detectar calidad. Estas cualidades, no el dinero, lo
definen como un verdadero conocedor, un connoisseur.
Museo de Sir John Soane Museum en Londres
Un connoisseur (en el antiguo sentido de la
palabra) no era un simple adquirente, sino un historiador para quien coleccionar
significaba conectarse con las civilizaciones que lo precedieron, acumulando
objetos que, al poseerlos, lo ubican temporalmente en la continuación histórica. Coleccionar puede llevar toda una vida, comprando y manteniendo las piezas de arte.
Colección de Yves Saint Laurent y Pierre
Berge
Otro coleccionista de este tipo fue Yves Saint Laurent. Sus casas en Normandía, París, Tanger y
Marruecos estaban llenas de exquisitas piezas. Nada era adquirido con el
propósito de la venta futura, sino para el goce personal. Sin embargo, a su muerte, la
colección fue subastada.
José Prudencio Guerrico coleccionó
pintores franceses, españoles e italianos del siglo XIX. Era un amante del
arte, libre de todo mercantilismo. Su colección se encuentra hoy en el
Museo Nacional de Bellas Artes, tal y como estaba dispuesta en la casona de la calle Corrientes
1891. Esa fue la condición.
Colección Guerrico en el MNBA
Todo lo que se necesitaba por aquellos
días era tiempo, algo de dinero y mucha dedicación. Hoy en día ya no se colecciona de esa
manera. Quizás por la velocidad que impone la tecnología o por la obsesión por el dinero, la gente compra arte por otras razones. Se busca la gratificación instantánea, tener
algo que otros no tienen para luego venderlo porque el arte se ha convertido en
una inversión. Si es así, ¿Dónde se fue el placer de coleccionar? ¿Dónde quedó eso
de preservar la historia?
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"Coleccionismo en
Buenos Aires 1924-1942", de M. Pacheco (2013). Buenos Aires, El Ateneo
"For love, not for money", de G. Wells, en la revista del New York Times, 24 de octubre de 2015, p. 39-40
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