Provocadores...
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Hasta fines del siglo XX, aquellos artistas no dispuestos a apegarse a los cánones marcados por lo académico,
desde siempre rector del arte, sufrían las consecuencias del rechazo. Estos creadores, alejados de los límites impuestos, eran despreciados por la crítica. Hoy esos límites cayeron y
se impone cierto caos. Hay ausencia de
crítica, sólo existe una descripción de
la obra. No es bueno ni malo, es caótico y eso lo refleja el Arte Contemporáneo.
Uno de esos detractores fue Balthus. Su
nombre verdadero fue Balthasar Klossowski, nació en París en 1908 y fue un artista
autodidacta. Siendo muy joven, y decidido a llamar la atención y
shockear al espectador, presenta en 1934 su primera y llamativa exhibición individual.
Las pinturas fueron extremadamente provocativas y la prensa francesa, en
respuesta, describió sus trabajos como mórbidos, de estilo simple y crudos.
Como resultado, no vendió ni un cuadro.
Autorretrato, de Balthus (1935)
Técnica: óleo sobre tela / Medidas: 76 x 41,5 cm
Exhibición
temporaria "Balthus Cats and Girls" - MET New York
Sin embargo esto no lo detuvo. Su
personalidad oscura lo llevó a pintar adolescentes que posaban en su estudio en
París. Una de estas jóvenes fue Therese Blanchard. En la obra que sigue, tenía apenas catorce años y sostiene
con su mano derecha un hilo, con el que jugaba con un gato (otra de las
obsesiones de Balthus), pero el artista omite al animal, creando así una imagen más enigmática.
Theresa
on a bench seat, de Balthus (1939)
Técnica: óleo sobre tela / Medidas: 70.8 x 91.4 cm
Exhibición temporaria "Balthus Cats and Girls" - MET New York
Balthus tuvo una larga vida, muere en
2001. En todos esos años sus obsesiones se acrecentaron, sobre todo con los gatos,
a punto tal que el felino de la obra
siguiente no sólo está sonriendo, sino que está sentado a la mesa, listo para
comer. Es el autorretrato del artista y busca reflejar lo que sería el paraíso de estas criaturas: un arco
iris que emerge del mar se termina convirtiendo en peces que van a parar directo
al plato. Pero hay una
explicación más realista: este cuadro fue realizado por el artista para un restaurante
de pescados, de allí que la intención de Balthus fuera remarcar la especialidad de la cocina.
The Cat of La Mediterranée, de Balthus (1949)
Técnica: óleo sobre tela / Medidas: 127 x 185.1 cm
Exhibición temporaria "Balthus Cats and Girls" - MET New York
Y si hablamos de provocadores, aquí también tuvimos varios artistas que,
desde mediados del siglo XX, se enfrentaron a lo académico. Uno de ellos fue Alberto
Greco, de quien el MNBA tiene una obra de su período informalista.
Uno de sus trabajos más llamativos fue el VIVO-DITO de 1963, que consistía en remarcar
con una tiza el perímetro alrededor de un transeúnte cualquiera y convertir esa
intervención en una obra de arte. El
VIVO-DITO, o arte vivo, busca señalar aquello que sucede en la calle. No intenta
transformar el objeto, no lo mejora y no lo lleva a la galería de arte. Es sólo
contemplación y comunicación directa. Una situación que no resulta muy
llamativa en el siglo XXI pero sí para los años 60 del siglo XX. Esto le valió a Greco quedar siempre fuera del circuito del
arte de ese momento. Se suicida en Barcelona, en 1965 y convierte su propia
muerte en la más radical de sus intervenciones artísticas. Mientras la
sobredosis de barbitúricos que había consumido comenzaba a hacer su efecto,
sobre la palma de su mano escribió la palabra Fin, y sobre la pared "Esta es mi
mejor obra", demostrando con esto que no sólo fue un transgresor sino que no dejó
de ser artista ni en el último minuto de su vida.
Para seguir legendo… Balthus: Cats and Girls, de S. Rewald, The
Metropolitan Museum of Art, NY, 2013, Yale University Press, USA.
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