Probablemente sea ésta que precede, realizada por el artista francés Théodore Géricault. Gracias a esta estampa aprendimos a conocer a nuestro héroe de la Patria y por eso ha quedado grabada en nuestras memorias con tal fuerza que somos capaces de reconocerlo a simple vista. La historia nos hizo creer que así lucía el Libertador, por eso hoy la seguimos repitiendo.

¿Cuánto de semejanza a la realidad hubo en esa imagen? Gericault nunca vio a San Martín y desconocemos cuánto sabía de sus hazañas. La obra fue hecha por encargo, seguramente a partir de algún croquis enviado desde Buenos Aires. Lo que hizo el artista francés fue imponerle la fuerza y la gallardía de los grandes hombres de Europa.

José de San Martín, de Ariel Mlynarzewics (2010) - Recorte

Técnica: óleo sobre tela / Medidas: 180 x 290 cm

El artista Ariel Mlynarzewics (Buenos Aires, 1964), con una obra mucho más gestual (se puede ver el trazo y la fuerza de la mano impuesta sobre el lienzo) ha decidido volver sobre esa imagen de San Martín anidada en el imaginario popular. ¿Qué puede hacer la historia y qué puede hacer la imagen frente a lo que verdaderamente ha sido? Creemos en los hombres del pasado, creemos que esa imagen representa a un individuo despojado de intereses personales, que sólo buscaba el bien para su gente. No importa si la imagen es totalmente verdadera, lo único que vale es el ejemplo que ha dejado.

Acerca del Fusilamiento de Manuel Dorrego, de Ariel Mlynarzewics (2010)

Técnica: óleo sobre tela / Medidas: 180 x 200 cm

Al aproximarse al fusilamiento de Dorrego, Mlynarzewics no pretende poner horror en la imagen, sino mostrar la inhumanidad de ese momento. La pintura ayuda a las palabras. El artista, apenas con su expresión, logró el sonido del preciso instante del disparo. El arte hace esas cosas: es capaz de volver sensible lo inhumano.

Ariel Mlynarzewicz, delante de su obra.

La muestra abre preguntas que van más allá de la calidad de la misma y de las intensiones del artista. ¿Por qué recrear de nuevo a los patriotas? Ariel M. decidió volver a ellos pero como si fueran revolucionarios, no como héroes inalcanzables, sino como hombres que han luchado codo a codo con su pueblo para lograr un cambio. ¿Por qué justo ahora? ¿Acaso estamos necesitando ejemplos y, como no tenemos ejemplos vivos, recurrimos a los muertos? ¿Y más a aquellos muertos que hicieron nacer nuestra patria?

La historia, según Jacques Rancière, no propone leer el sentido de la vida de un prócer, propone un ejemplo a imitar. Se produce entonces un doble sentido: el artista recrea al héroe y la lección que el héroe imparte debe ser aprendida por el espectador y puesta en práctica.

Para seguir leyendo... "Figuras de la historia," de Jacques Rancière. Eterna Cadencia, Buenos Aires, 2013.