El columpio...

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El Columpio, de Jean-Honoré Fragonard (1767)
Técnica: óleo sobre tela / Medidas: 81 x 64.2 cm
The Wallace Collection - Londres
Jean-Honoré Fragonard (1732-1806) recibió específicas recomendaciones del Barón de St Julien para realizar El Columpio. La pintura debía representar a la amada del barón en una hamaca mecida por un obispo. Semejante requerimiento hizo que varios artistas de renombre de la época lo rechazaran. Fragonard no era una figura muy conocida hasta ese momento y, por ende, acepta el trabajo, produciendo la obra más icónica del Rococó francés.
Sobre la tela se observa al Barón, reclinado sobre un brazo para mantener el equilibrio, mientras que con el otro brazo pretende tocar el vestido de su amante, en un intento de ver las partes íntimas de la misma. La joven es retratada casi volando y en el instante en que pierde un zapato. En la parte posterior de la composición aparece una figura masculina que, según la pervertida idea originaria del Barón, iba a ser un obispo. Pero finalmente se decide incorporar a la escena al marido de la joven, en un papel secundario, casi en las sombras, en contraste al Barón. 
Fragonard logró captar en esta obra un momento de total espontaneidad, a la vez que representa un ilícito que está a punto de ocurrir o que ya venía sucediendo. A su vez retrató todas situaciones que se convirtieron en emblema del arte Rococó: una actitud despreocupada, un toque de erotismo, colores pasteles y la belleza juvenil de los participantes.
Probablemente el artista, un admirador de Peter Paul Rubens, se haya inspirado en  el maestro holandés, interpretando al máximo cada detalle con una pincelada libre en una escena dinámica.
The Swing, de Nathalie Djurberg (2005)
Video (color, sound), Ed. 4/4
Duracion: 5 min. 35 sec. 
Nathalie Djurberg (Suecia, 1978) tomó la obra de Fragonard y se interesó, particularmente, en cómo el artista enmascara las tensiones sexuales. Eso la llevó a mezclar escultura, animación y sonido, creando un escenario donde se visualizan (sin encubrimientos) los deseos humanos, sin simbolismos que descubrir.
Djurberg, que recibió el León de Plata a la mejor artista joven en la Bienal de Venecia de 2009, desde 2001 desarrolla este particular estilo de filmaciones. Utiliza para ello grotescas marionetas en arcilla, que dramatizan los instintos naturales del ser humano: celos, ira, sumisión, lujuria. El músico y compositor Hans Berg suele dar la atmósfera justa con sus sonidos a las animaciones de la artista. Ambos crean estas producciones transgresoras y grotescas, una especie de pesadilla en las que todas las emociones florecen.
Lo que en Arte Rococó se insinuaba, en el Arte Contemporáneo se exhibe descarnadamente.

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