Selfies...

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Mucho antes de los teléfonos inteligentes, los artistas ya se retrataban a sí mismos. El autorretrato era, y sigue siendo, un profundo ejercicio de análisis del propio rostro, donde el artista intenta captar su expresión y trasladarla al lienzo.
Por estos días, la National PortraitGallery de Londres intenta evitar que lo que se cree es la primer “selfie” no salga del país. Se trata de un autorretrato de Antoon Van Dyck (Bélgica, 1599-Londres, 1641). La obra fue adquirida por la familia del corredor de Fórmula Uno James Ecclestone en doce millones de libras esterlinas, en la última subasta de Grandes Maestros de Sotheby’s en Londres. El gobierno inglés emitió una restricción de tiempo limitado, hasta reunir los fondos, para que la obra no salga del Reino Unido. Se pretende, entonces, que este significativo autorretrato no desaparezca para formar parte de una colección privada en Los Angeles, USA.
En esta pintura, Van Dyck se retrata de medio perfil y con el brazo en aparente extensión –como si estuviera sosteniendo un teléfono con cámara- aunque lo que verdaderamente sostiene es el pincel.
Autorretrato, de Sir Anthony van Dyck (1640)
Hacia el siglo XX se pierde interés en la verosimilitud con respecto al modelo. El autorretrato se inscribe en un contexto de crisis porque rompe con las tradiciones académicas y se convierte en un elemento de experimentación. El retrato era, en ese momento, un estudio profundo no sólo de los cambios que se produjeron en la pintura sino, también, de la representación trastornada del hombre y su entorno social.
Autorretrato, de Emilio Pettoruti (1918)
Técnica: óleo sobre hardboard / Medidas: 54 x 40 cm - MNBA
Hoy el autorretrato se sale del campo del arte y se populariza en un acto de narcisismo propio de la posmodernidad.

Para seguir leyendo... The Times, edición del lunes 17 de marzo de 2014, Suplemento de Arte.

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